LA CASA DE BERNARDA ALBA
MARTIRIO. Es preferible
no ver a un hombre nunca. Desde niña les tuve miedo. Los veía en el
corral uncir los bueyes y levantar los costales de trigo entre voces
y zapatazos y siempre tuve miedo de crecer por temor de encontrarme
de pronto abrazada por ellos. Dios me ha hecho débil y fea y los ha
apartado definitivamente de mí.
Cada cierto tiempo vuelvo
a Lorca. Mis ojos piden un poco de su lenguaje y de su sombra. Hace
poco he vuelto a las páginas de La casa de Bernarda Alba - típica
obra que te hacen leer a una edad demasiado temprana para comprender
realmente el drama – y no me canso de leer y de emocionarme con
ella.