lunes, 6 de abril de 2020

RESEÑA: Diaro de la guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares

DIARIO DE LA GUERRA DEL CERDO 




Perros, ratas y una enormidad de gatos merodeaban por el lugar, porque allí los feriantes del mercadito, que forma esquina, vuelcan los desperdicios. Como la curiosidad es más fuerte que el miedo, los amigos avanzaron unos metros. Oyeron, primero en conjunto y luego distintamente, injurias, golpes, ayes, ruidos de hierros y chapas, el jadeo de una respiración. De la penumbra surgían a la claridad blancuzca, saltarines y ululantes muchachones armadas de palos y hierros, que descargaban un castigo frenético sobre un bulto yacente en medio de los tachos y montones de basura. Vidal entrevió caras furiosas, notablemente jóvenes, como enajenadas por el alcohol de la arrogancia. Arévalo dijo por lo bajo:


-El bulto ese es el diarero don Manuel.


Hace siglos que leí Diario de la guerra del cerdo de Adolfo Bioy Casares, uno de mis escritores argentinos favoritos. Estos días, debido a la lamentable situación que estamos viviendo, no he podido evitar acordarme de esta lectura. En su momento me impactó, pero, ahora que lo he releído, de verdad me asusta lo realista de la obra. 



En Diario de la guerra del cerdo se nos cuenta la historia de Vidal, un señor jubilado que se enfrenta a una circunstancia social complicada: los jóvenes de su ciudad salen a la calle para asesinar sin piedad a los ancianos. 

Vidal tiene una ventaja, es un señor jubilado, pero se encuentra en un límite difuso y todavía no sabe en cuál de los dos extremos, juventud o senectud, encaja mejor. Incluso así, incluso perteneciendo a un grupo que puede permanecer en el limbo de esta situación, él y sus amigos tendrán que transformarse en invisibles para poder deambular por una ciudad en decadencia sin llamar la atención de estos nuevos guerrilleros.

Pero ¿por qué matan los jóvenes? ¿por qué esas masas violentas y descontroladas tienen como objetivo el asesinato de personas mayores? La respuesta es clara, los ven como un estorbo, como personas de otro tiempo que ahora impiden la evolución de la nueva generación. Han quedado inservibles, obsoletos para el presente y son culpados, o mejor dicho, son señalados como colectivo al que eliminar porque, en medio de una época de crisis, solo suponen más problemas.

Es decir, si sabemos leer entre líneas, Bioy Casares ofrece una visión extremista de esta situación generacional. Además, en la novela se describe a los "cerdos", los viejos, con gran crueldad. Sus descripciones están repletas de adjetivos peyorativos y son el estandarte de las peores costumbres y vicios. Lo más chocante, de ahí la joya, es que esta descripción de la vejez la hacen los propios viejos. 

Al final, lo que ocurre no es otra cosa que la siguiente: todos, viejos y jóvenes, luchan contra un enemigo mayor, universal, y este no es otro que el inexorable paso del tiempo. Es por eso que quiero destacar la reflexión a la que invita el libro, ¿no están asesinando los jóvenes a su futuro yo? 

A priori. la obra es confusa y cuesta un poco entrar en el universo (¿podríamos llamarlo distópico?) en que ocurre esta trama perfecta, pero gracias a Vidal, el protagonista, y a su descripción de la circunstancia que lo rodea, el lector puede tener una imagen bastante realista de la acción.

La lectura es rápida, la pluma de Bioy Casares no es excesivamente difícil de entender y, sin spoilear mucho más, hemos de ser conscientes de que, en Diario de la guerra del cerdo, se nos da una visión del mundo que, en estos momentos, no me parece demasiado lejana. Y no, no lo digo porque crea que vayamos a salir a la calle a asesinar a nuestros ancianos, lo digo porque el ser humano no deja de sorprenderme con los actos que realiza en momentos de presión, crisis y corrupción. 

Directores de Black Mirror, apuntad Diario de la guerra del cerdo como un posible capítulo, gracias.




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