RESEÑA QUERIDO SALVADOR, QUERIDO LORQUITO (EPISTOLARIO 1925-1936)

QUERIDO SALVADOR, QUERIDO LORQUITO 

(EPISTOLARIO 1925-1936)

 

“Estoy bastante aislado y no me gusta hablar con nadie como no sea con los camareros que son guapos y sé lo que van a decirme. Yo te recuerdo siempre. Te recuerdo demasiado. Me parece que tengo una cálida moneda de oro en la mano y no la puedo soltar. Pero tampoco quiero soltarla, hijito. Tengo que pensar que eres feísimo para quererte más.” 

Federico

¡Saludos, terrícolas! Menudo veranito de no pasarme por aquí ni a preguntar la hora. Lo siento, estaba ocupada visitando sitios y personas bonitas. Lo importante es que he vuelto para dar la turra más que nunca, esta vez con Federico García Lorca. Resulta que fui a Fuente Vaqueros, resulta que entré en su casa, resulta que en una tiendecita de al lado estaba este libro: resulta que me he enamorado de este epistolario entre Lorca y Dalí (bueno, de Dalí menos). 

La relación entre ambos artistas es un tanto misteriosa. Primero, porque existen muchas opiniones dispares sobre qué tipo de relación había entre ellos, si era de cariz amoroso, amistoso, sexual, si existió la traición... Segundo, porque en este epistolario sólo podemos encontrar unas siete cartas de Lorca (y dirigidas a varias personas), así que “prevalece” la palabra de Dalí a este respecto. 

Lo que sí queda bastante claro, gracias a la labor de Víctor Fernández, es que eran dos artistas, apasionados el uno por el otro, que forjaron algo especial entre ellos y sus familias. Dalí llegará a afirmar que lo que ocurría era que entre ellos existía un amor irrealizable porque él no era homosexual. Además cada uno influyó en la proyección artística del otro y es fascinante verlo en estas misivas 

Las cartas de Lorca. Son como él: poesía. Da gusto leerlas tan llenas de figuras, de pasión, de seducción. Van dirigidas a al padre, a la hermana y al propio Dalí. Me parece que son cartas que llenan, que aunque cuenten cosas corrientes, albergan magia dentro. Por ejemplo, este fragmento de una carta a Anna Maria Dalí de 1926: 

“La vida social de Granada es prodigiosa de poesía y putrefacción lírica. La flora mediterránea brilla aquí con toda la delicadeza de sus grises maravillosos. Pitas y olivos. Pero las señoritas de Granada no quieren al mar. Tienen grandes conchas de nácar con marinas pintadas y así lo ven; tienen grandes caracolas en sus salas de estar y así lo oyen.” 

Las cartas de Dalí. Aunque en algunas muestra sus sentimientos o juega a atraer al poeta, casi todas son de autoalabanza. De verdad, me irrita este señor. Muchas veces habla de dinero y se entrevé que quiso estafar a la familia de Lorca. Quizás me estoy dejando llevar por la inquina: algunas obras de Dalí me gustan, pero lo detesto como persona (o personaje). No obstante, os dejo este fragmento de una carta dirigida a Lorca de 1928: 

“Te quiero por lo que tu libro revela que eres, que es todo al revés de la realidad que los putrefactos han forjado de ti. Un gitano moreno de cabello negro, corazón infantil, etc. (…) ¡Tú, bestia con tus pequeñas uñas, tú que a veces la muerte te coge la mitad del cuerpo, o que te sube por las uñitas hasta el hombro en esfuerzo esterilísimo! Yo he bebido la muerte en tu espalda, en aquellos momentos en que te ausentabas de tus grandes brazos, que no eran otra cosa que dos fundas crispada del plegamiento inconsciente e inútil del planchado de los tapices de la Residencia.” 

En definitiva, un libro muy interesante. Os lo recomiendo por la fascinante misión de Fernández, que no sólo ha reunido (casi tarea imposible por la desaparición o venta de algunas) toda la correspondencia existente, sino que también ha hecho un gran trabajo en cuanto a las anotaciones de cada una de las cartas. 

¡Me he entusiasmado yo con esto de leer cartas ajenas!