martes, 26 de mayo de 2020

RESEÑA: Mariana Pineda de Federico García Lorca

MARIANA PINEDA 



MARIANA.  ¡Con qué trabajo tan grande
                       deja la luz a Granada!
                       Se enreda en los cipreses
                       o se esconde bajo el agua.
                       ¡Y esta noche que no llega! 
                                                                     (Con angustia.)
                       ¡Noche ya temida y soñada;
                       que me hieres ya de lejos
                       con larguísimas espadas!


Mariana Pineda fue ejecutada un día como hoy, un veintiséis de mayo. Desde ese momento, se convirtió, para el imaginario colectivo, en una heroína defensora de las libertades. Fue acusada de haber bordado, en una bandera, el lema liberal “ley, libertad e igualdad”, hecho que la llevó a morir por garrote vil en el Campo del Triunfo de Granada mientras su bandera era quemada. Con esta vida, ¿cómo no iba Lorca a querer escribir una obra de teatro sobre ella? 




Mariana nació en el seno de una familia noble y quedó huérfana a muy temprana edad. A los quince años se casó con Manuel de Peralta, un liberal constitucionalista que, problablemente introdujo a Mariana en su círculo de amistades. Quizás por eso, cuando su marido murió, Mariana continuó moviéndose por los ambientes liberales. Se la implicó en cierto complot contra Fernando VII, lo que provocó que el alcalde de Granada, Ramón de Pedrosa, intentase darle caza para impedir cualquier alzamiento relacionado con La Pepa. Finalmente, fue detenida por las autoridades y, por no querer delatar a sus cómplices, fue condenada a muerte. A partir de ese momento, su leyenda no ha dejado de acompañarnos como símbolo de la libertad. 


No obstante, hemos de saber separar la vida real de esta mujer y el retrato que Lorca hace de ella en la obra teatral. En esta obra, Lorca cincela las dos caras de Mariana: por un lado, la de mujer luchadora y defensora de las libertades; por otro, la de mártir enamorada que es capaz de dar su vida para salvar la de su amado. He de decir que a mí me gusta muchísimo más la figura de mujer aguerrida, pero no puedo evitar emocionarme con el lenguaje que utiliza Lorca en sus diálogos para mostrarnos a una Mariana muerta de amor. 




MARIANA. (Enérgica.) 

                      No diré nada, como usted querría, 

                      a pesar de tener un corazón 

                      en el que no caben más heridas. 

                      Fuerte y sorda seré a vuestros halagos. 

                      Antes me daban miedo sus pupilas. 

                     Ahora le estoy mirando a la cara , 

                     y puedo con sus ojos que vigilan 

                     el sitio donde guardo este secreto, 

                    que por nada del mundo contaría. 

                    ¡Soy valiente, Pedrosa, soy valiente! 



Mariana, único personaje histórico entre la trayectoria teatral de Lorca, es la protagonista. Ella es una noble que, como nos recuerda el resto de personajes, ha decidido poner en peligro su bienestar y el de sus hijos, que ya eran huérfanos de padre, por defender la causa liberal, causa que a su vez la acercaba a su amor Pedro de Sotomayor. Pero pronto, el lector se da cuenta de que el amor que Pedro siente por ella no es equiparable al de Mariana, y esto nos hace catalogar a Mariana todavía más en el papel de víctima: no consigue la revolución, no consigue escapar de su ejecución y no consigue el amor de su amante porque, principalmente, Pedro de Sotomayor solo ama a la causa liberal. 




MARIANA. (Saliendo.) 

                     ¡Yo soy la Libertad porque el amor lo quiso! 

                     ¡Pedro! La Libertad, por la que me dejaste. 

                     ¡Yo soy la Libertad, herida por los hombres! 

                     ¡Amor, amor, amor y eternas soledades! 


El antagonista aborrecible de este drama es Pedrosa, perro fiel de Fernando VII y representante de la tiranía absolutista. Él es el que descubre las intenciones y alianzas de Mariana y busca la dichosa bandera hasta que consigue condenarla. En la obra, Lorca deja caer que en esta sed de venganza hay más despecho que otra cosa, ya que Pedrosa hace todo lo posible por condenarla y le ofrece, como única salvación, una relación amorosa con él. 



PEDROSA.  Yo te quiero mía, 

                    ¿lo estás oyendo? Mía o muerta. 

                     Me has despreciado siempre; pero ahora 

                    puedo apretar tu cuello con mis manos, 

                   este cuello de nardo transparente, 

                   y me querrás porque te doy la vida. 




Al final, como vemos, la obra de Lorca es una obra de amor, pero de amor frustrado. Tanto en las relaciones amorosas que aparecen como en el ansia de libertad de Mariana no existe un final feliz, la tragedia es lo único factible. Todos estos factores hacen que, tras la lectura, romanticemos la figura de Mariana como mujer luchadora, apasionada y generosa hasta el punto de dar su vida por la libertad o por el amor ¿al fin y al cabo, no pueden ser sinónimos contextuales? 


En fin que, como me ocurre con cada cosa que leo de Lorquito, me he enamorado. Y ahora pienso ojalá hubiera escrito yo la grandiosa frase “en la bandera de la Libertad bordé el amor más grande de mi vida”. 

Ay, Lorquito, nunca dejas de sorprenderme.

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