VINT-I-QUATRE HORES EN LA VIDA D’UNA DONA
“Aquella imatge em va deixar glaçada, perquè vaig saber de seguida on anava aquell individu: a la mort. Qui s’aixeca d’aquella manera no va a l’hotel, ni a cap bar, ni al costat d’una dona, ni a un vagó de tren, ni a cap altre lloc on hi hagi alguna forma de vida, sinó que es precipita de dret a l’abisme.”
Mi primera aproximación a Zweig fue Miedo. Esta es la segunda novela que leo del autor y, aunque me ha gustado un poco más que la primera, Zweig sigue sin emocionarme demasiado. No me entendáis mal, la historia es breve, pero intensa... y eso es genial. No obstante, me da la sensación de que las novelas de Zweig no son para mí, o quizás no elijo las indicadas.
En el hotel en el que se aloja nuestro protagonista y narrador ocurre algo: una mujer abandona a su familia y se fuga con un joven. A propósito de este hecho, una dama inglesa relatará a nuestro protagonista, convirtiéndose así en una nueva narradora-protagonista, la historia de veinticuatro horas que cambiaron por completo su vida.
Este episodio en la existencia de la inglesa se centra en cómo ella se dejó llevar por el instinto, por la pasión, por el ansia. Conoce a un hombre en una especie de casino y se percata de que hay algo fatal en su sino. Esa fatalidad la atrae de forma bestial y decide, sin que nadie se lo pida, “ayudar” a ese hombre.
Evidentemente, el tema de la adicción se trata de forma magistral, pues, en el personaje del hombre, uno puede ver cómo se fragua la trama que lo lleva a volver a caer en la ludopatía. Además, las reacciones de la dama inglesa sorprenden al lector que ve cómo se acercan problemas por la toma de decisiones de forma repentina.
Mi personaje favorito ha sido, obviamente, el de la dama inglesa, la verdadera protagonista. En ella se representan la nostalgia, la culpa, el arrepentimiento. Cuenta esta historia para liberarse del peso que le supone ya que, según mi parecer, ella cree que la relación con el joven del casino podría haber acabado de otra manera (mejor), si su adicción no hubiese existido o si sus decisiones hubiesen sido tomadas con más determinación. Me parece que al personaje se le castiga, en cierto modo, por dejar florecer demasiado sus emociones y sentimientos.
En la novela, aunque breve, se intentan abordar cómo las diversas convenciones sociales de la época afectan a la libertad de las mujeres. Primero, cuestionando la huida de Henriette. Posteriormente, con la historia de la dama inglesa y cómo el lector la juzga. Esto último es lo que me ha hecho reflexionar y lo que me ha dejado con mejor sabor de boca del que me dejó Miedo. Aunque, si nos fijamos, en ambas novelitas se mira con lupa a los personajes femeninos que muestran, en los dos casos, alguna señal de rebeldía que las lleva a una situación de preocupación y ansiedad.
Me quedo con el estilo de Zweig. Me han gustado mucho los detalles de las descripciones, sobre todo la reflexión sobre las manos de los hombres. Su prosa es sencilla, pero también cautivadora. Leerlo en catalán ha sido, sin duda, un acierto: la traducción me ha parecido maravillosa.
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