CERTEZA DEL COLAPSO
No hubo paraíso perdido
porque nunca hubo paraíso.
Concreción, concisión, colisión. El poemario de Bibiana Collado, La certeza del colapso, es una herida perpetrada hace mucho tiempo, en el origen. Pero es una herida invisible, intuida, no palpable. Un primer poema, Colapso, nos abre las puertas de una llaga heredada.
Este poemario está dividido en tres partes. En la primera, Negro, negrito, mi corazón, lo primordial es la raíz, la familia, concretamente la madre (figura indispensable y simbólica donde las haya). El recuerdo de una infancia y una juventud que toman parte en la herida de hoy, pues de allí proviene, de lo que arrastramos. Todo es ruina y, como resto de lo que fue, el poema nos sirve para añorar y reflexionar sobre lo pasado, imposibilitándonos, a su vez, estar pendientes del presente.
La segunda parte, A la lima y al limón, es un espejo. En él aparecen y desaparecen personas queridas, momentos concretos, ausencias, llegadas. Creo que se acerca a las diapositivas amorosas, siempre desde el pasado. Nos invita a pensar y observar los huecos que nos dejan las pequeñas cosas que los seres que nos llenan se llevan con ellas. Huecos que gritan.
En la tercera y última, Malagueñas, encontramos una vuelta cuyo objetivo es entender el dolor. Nuestra casa vacía alberga las causas de la herida. Me llama poderosamente la atención la presencia de lo rural, especialmente, en esta parte: un parte que llama al río, la almendra, el trabajo manual, la tradición, al colapso.
Abrir este libro es desempolvar el pasado, llegar a la casa del pueblo y escudriñar los rincones intentando encontrar una explicación para lo que nos retiene ahora. La palabra, sin trucos, es la que nos remienda. Priman los versos breves que acuchillan y curan a partes iguales.
Bibiana Collado construye un mundo común de imágenes, símbolos que nos transportan a lo ancestral. Los fantasmas de antaño conviven con el yo presente y en ellos se busca la respuesta al estancamiento. En esta parálisis del sueño, lo único que nos salva es el poema.
¡Qué difícil hacer justicia a esta joya! ¡Leed a Bibiana!
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