CALIBÁN Y LA BRUJA
En este libro, Silvia Federici da un repaso al cambio del feudalismo al capitalismo. Es entonces, en los orígenes del capitalismo, cuando el trabajo empieza a tener la división sexista contra la que, en cierta manera, seguimos luchando hoy: según Federici, la mujer y su reproducción servirán para crear más fuerza de trabajo, así que la mujer será la subordinada del hombre y, por ende, del capitalismo. Esta obra critica el capitalismo, que va directamente ligado con el sexismo y el racismo, desde una óptica feminista.
El libro está dividido en cinco capítulos y, en ellos, la autora se acerca a varias cuestiones de interés. En primer lugar, afirma que el capitalismo es una respuesta de las clases poderosas a la lucha que se había iniciado, por parte del proletariado medieval, contra los abusos del poder feudal. La solución para acabar con las hostilidades: una política para los trabajadores de sexo gratuito en la que sale perdiendo la mujer proletaria.
Al transformarse el sistema de trabajo, se transforma también el cuerpo, que pasa a ser considerado una máquina. En este caso, el cuerpo de la mujer se utilizará para crear más fuerza de trabajo y la reproducción será algo fundamental (por tanto, pasará a ser controlada por el Estado y no por la mujer). Esto crea una división entre sexos y es el femenino el más explotado por el capitalismo. Pasa, entonces, el cuerpo a ser algo maleable. Lo que ocurre a continuación es que se elimina de la clase proletaria todo aquello que no sea favorable para la disciplina de trabajo.
Es en este punto en el que se pone interesante la obra de Federici (al menos, para mí). La autora critica la omisión de ciertos autores, como Foucault, de la caza de brujas, que para ella es uno de los sucesos más importantes relacionados con el auge del capitalismo. En esta caza de brujas, la mujer se ve sometida al Estado y se estigmatiza el control de la natalidad por parte de las mujeres. El cuerpo femenino pasa a ser un agente más necesario la acumulación de fuerza de trabajo, así que la mujer no participativa en los engranajes de esta rueda capitalista pasaba a ser acusada, perseguida y asesinada.
Al final, Federici relaciona la caza de brujas con las colonizaciones del Nuevo Mundo y encuentra paralelismos entre ambas, porque en ellas radica el mismo factor: el factor capitalista. Es aquí donde una comprende el título del libro: Calibán y la bruja son símbolos de resistencia, pero sólo permanece Calibán -el personaje masculino- como símbolo de revolución.
Sin duda, me quedo con esta idea final: seguimos siendo la parte desprestigiada, sometida y menospreciada de la sociedad. Nos queda mucho por luchar y por ganar.
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