PEDRO PÁRAMO
“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera. Le apreté sus manos en señal de que lo haría; pues ella estaba por morirse y yo en un plan de prometerlo todo.”
Pedro Páramo es uno de los libros que más veces he leído y creo que, en parte, es debido a este inicio de novela. Juan Rulfo presenta al lector un mundo en ruinas en el que el plano de los vivos se entrelaza, de forma magistral, con el de los muertos. No existe más frontera que aquella que el lector traza intuitivamente, porque ni siquiera al leerlo uno puede distinguir a dónde pertenece cada personaje. Y ahí radica la magia, en que Rulfo siempre sorprende. Sus giros son imprevisibles.
Juan Preciado, el personaje que busca incansablemente a su padre (Pedro Páramo), llega a Comala, que no es otra cosa que el paraíso soñado de su madre. Comala y La Media Luna son unos de mis espacios literarios favoritos (junto a Macondo, no lo voy a negar). Una se los imagina como una pequeña aldea en ruinas en medio de una zona desértica, casi se puede notar la arena bajo los pies mientras lees. En estos espacios se abren oportunidades para lo insólito: los vivos hablan con los muertos y todos conviven en un plano en que el tiempo no es algo lineal, sino un amalgama de saltos temporales que se suceden de manera repetitiva, quizás como purgatorio para los protagonistas.
Y es que Comala parece un lugar en el que los muertos se quedan penando, volviendo a vivir aquellos momentos que marcaron su existencia de alguna forma. Parecen condenados a rememorar una vez tras otra estos pequeños fragmentos, pero ¿esta especie de purgatorio sirve de redención? A mi parecer, no.
Otro punto importante, que ha llevado a más de una discusión, es si Juan Preciado llega muerto a Comala o muere allí. La verdad es que es difícil discernirlo porque todo lo que le sucede al personaje parece salido de un sueño. Alucinaciones, experiencias paranormales y vida cotidiana se combinan de una forma en que no puedes estar seguro de nada. No podemos pasar por alto al personaje de Eduviges, es de mis preferidos.
Lo que me encanta es esa búsqueda del origen, del paraíso perdido y la desesperación del personaje que intenta encontrar aquello que enamoró a su madre, pero que él comprueba marchito, diferente, arruinado, oscuro. Es un viaje hacia el interior de uno mismo. Es un casi perderse. Es un no encontrarse del todo.
Sin duda alguna, os recomiendo esta lectura. A mí me enganchó hace años y vuelvo a ella siempre, porque en las diferentes lecturas encuentras, cada vez, matices nuevos y brillantes. Todos somos hijos de Pedro Páramo y " el cielo para mí, Juan Preciado, está aquí donde estoy ahora."
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