BODAS DE SANGRE
¡Qué vidrios se me clavan en la lengua!
Porque yo quise olvidar
y puse un muro de piedra
entre tu casa y la mía.
Es verdad. ¿No lo recuerdas?
Y cuando te vi de lejos
me eché en los ojos arena.
Pero montaba a caballo
y el caballo iba a tu puerta.
Con alfileres de plata
mi sangre se puso negra,
y el sueño me fue llenando
las carnes de mala hierba.
Que yo no tengo la culpa,
que la culpa es de la tierra
y de ese olor que te sale
de los pechos y las trenzas.
Como ya sabéis, hace tiempo que vengo leyendo toda creación de Federico García Lorca que caiga en mis manos. Sean poemas, cartas u obras teatrales, nunca tengo suficiente. Es por eso que hoy vengo a hablaros de Bodas de sangre, una de las más conocidas y renombradas del autor.
Solo leyendo la primera página, en la que la madre del novio maldice todo lo que pueda cortar el cuerpo de un hombre, uno ya se queda prendado de los personajes y necesita saber más sobre la historia. Sí, quizás deberíamos destacar este hecho: Bodas de sangre es una obra que engancha desde el primer momento, porque Lorca sabe qué darle al lector, en qué medida y cuándo.
La trama central de la obra es una boda que termina en muerte, en desgracia, en definitiva, en sangre. Y no hablamos de la sangre virginal de la novia, sino de la sangre arrebatada en un cuerpo a cuerpo. Es más, la muerte violenta está presente desde las primeras líneas, pues la familia del novio (concretamente padre y hermano) la ha sufrido. En esta unión entre la familia del novio y la novia se entrecruza el personaje de Leonardo.
Leonardo es la pieza clave de la obra. Él había sido durante un tiempo novio de la novia, aunque acabó casándose con la prima de esta por un asunto de tierras. El día de la boda, aparece en casa de la novia con su mujer y su hijo decidido a expresar su verdad: le envenenan los recuerdos. Como podéis ver en el fragmento que os he dejado, él hace un esfuerzo por olvidar a la novia, pero no puede. Al final todo le lleva a ella. Es por eso que, exaltado por los sentimientos se presenta allí y es el culpable de que todo tenga un trágico final.
La boda se realiza y la novia se casa. Sin embargo, todavía hay tiempo para escapar y es lo que hacen. Leonardo, tras haberle confesado sus sentimientos a la novia, se escapa con ella: les puede más el deseo que el olor a muerte. Esta huida acaba con los dos hombres protagonistas, el novio y Leonardo, muertos; con la novia rogando que la maten.
Destacaría el personaje de la mendiga que, junto a la luna, crea una especie de personaje alegórico. Esta mujer que se aparece es la representación de la muerte, que pone a cada uno en el lugar que le corresponde para el dramático desenlace.
Fuera del puro argumento, merece la pena hablar de los símbolos que aparecen en la obra. De entre todos, creo que los más utilizados por Lorca en toda su producción son el caballo y la luna. El primero representa la virilidad, la fuerza, lo sexual y siempre va ligado a la figura de Leonardo. Es el caballo el representante de la pasión, el encargado de llevar a su amo al objeto deseado, el encargado, también, de llevar a los protagonistas a la muerte. La segunda, simboliza la muerte con rostro femenino. Es uno de los símbolos más amplios y recurrentes en Lorca, es por eso, que yo leería Bodas de sangre después de haberme familiarizado con Romancero gitano.
Finalmente, os recomiendo la lectura de esta famosa obra si os interesa ver esa mezcla de costumbre andaluza y alegría que contrasta con el tema central de la obra, es decir, la relación entre vida y muerte.
¿Qué obra teatral lorquiana os gusta más?